La paralización de los puertos en la costa este y el golfo, iniciada por los trabajadores portuarios en octubre de 2024, podría convertirse en una crisis económica grave. Con miles de millones de dólares en bienes varados, la huelga aumenta la presión sobre la administración de Biden, que se ha mostrado reacia a intervenir directamente.
La huelga de los trabajadores portuarios, que afecta a más de una docena de puertos desde Boston hasta Houston, está deteniendo el flujo de productos esenciales, desde maquinaria hasta alimentos, generando temores de desabastecimiento y alzas en precios. La disputa, liderada por el sindicato de la Asociación Internacional de Estibadores (ILA), ha surgido tras
el fracaso de las negociaciones con la Alianza Marítima de EE.UU. (USMX), a pesar de que la propuesta incluía aumentos salariales y mejoras en las contribuciones de retiro. Sin embargo, los trabajadores exigen un aumento del 77% en sus salarios para los próximos seis años y una prohibición estricta de la automatización, argumentando que estas medidas son esenciales para proteger sus empleos.
La administración de Joe Biden ha optado por no activar la Ley Taft-Hartley, que permitiría imponer un período de «enfriamiento» de 80 días en caso de que la seguridad nacional esté en riesgo. Esta decisión ha sido duramente criticada por los republicanos y más de 170 grupos industriales, que advierten que una huelga prolongada podría tener efectos
devastadores en la cadena de suministro del país y en la economía en general. Biden, sin embargo, se mantiene firme en su postura de dejar que el proceso de negociación siga su curso sin intervención del gobierno, a pesar de la incertidumbre creciente.
La extensión y el impacto de la huelga dependen de cuánto tiempo más duren las negociaciones. Cada día de paro representa la interrupción de aproximadamente $2 mil millones en bienes que normalmente fluirían a través de estos puertos. Algunos expertos alertan que si el conflicto no se resuelve pronto, podría agravar aún más los problemas logísticos que ya afectan a la economía estadounidense, especialmente en un momento crítico donde la inflación sigue siendo una preocupación central para los ciudadanos y el gobierno.
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